El verano pasó y llegó el otoño sin apenas darnos cuenta.
Las rutinas del verano desaparecieron apenas empezó el cole de nuestros peques, pero la temperatura y el horario, confunden nuestro biorritmo, de ahí nuestro cambiante humor y cansancio constante.
Con el cambio de hora, nos mentalizamos ya a los días son más cortos y oscuros y con demasiada frecuencia puede aparecer dificultad para conciliar el sueño. Los días nublados hacen que nos sintamos melancólicos y poco motivados.
Nos cuesta ponernos en “modo otoño” casi nos llega pleno invierno sin acabar de adaptar nuestro metabolismo a la nueva estación.
También os digo: sería mucho más fácil si el clima no se empeñara en darnos temperaturas primaverales y en nuestra tierra, en las horas centrales del día, casi veraniegas.
Cuando refresca y nos trae las tan deseadas lluvias, para que nuestra sufrida tierra pueda renacer, se limpie la atmosfera y se recuperen los maneros, que a estas alturas del año y de su superexplotación, están al limite, nuestra salud, la de la tierra lo agradecerán. ¡ay que me voy del tema¡ (es que la sobrexplotación de las aguas subterráneas me tiene muy negra)
Bueno sigo con lo de incentivar a nuestro cuerpo a adaptarse al frio de forma efectiva.
A estas alturas ya debemos estar adaptados al horario invernal, hacer ese cuadrante, sin dejarnos ninguna tarea atrás,debe convalidar tres años de carrera universitaria de ciencias puras, pero ya nos lo sabemos al dedillo, sin casi mirar la agenda ni los horarios de extraescolares.
Los alimentos de temporada, a ser posible de cercanía, son los que contienen los ingredientes que la naturaleza prepara para las necesidades dietéticas y metabólicas de la nueva estación, y en cada zona tienen las particularidades de su clima y de las condiciones ambientales a las que está sometido todo el ecosistema del que formamos parte.
Es muy buena idea, dejar que la naturaleza nos eche una manita para lograr preparar nuestro organismo de forma natural, haciendo nuestras comidas con una buena parte de estos alimentos.
Si durante el verano conseguiste un bonito bronceado, lógicamente querrás conservarlo el mayor tiempo posible. Para ello una alimentación rica en carotenos te ayudará a lograrlo. El otoño es temporada de calabazas, si las usaste para decorar en Halloween, haz deliciosas recetas con ellas.
También (permitirme un poco de publicidad) pon en tu jabonera nuestro Jabón de Naranja y Zanahoria, que limpia e hidrate tu piel y ayuda a preservar el bronceado.
Puede que tu pelo sea el peor parado del verano, y posterior caída estacional de “el tiempo de la Berenjena” antes de pensar en “meter la tijera” inténtalo con alguno de los jabones de saponificación de aceites vegetales y esenciales que le darán un extra de hidratación y nutrición a tu pelo. También una mascarilla hecha de aceite de oliva o coco o argán, (o una mezcla de todos) con un poco de aloe-vera de tu jardín, puede ayudar a hacer el milagro.
Todo esto nos prepara para el invierno, pero tenemos que tener alguna cosa más en cuenta.
El frío hace que sintamos menos sed, por lo que disminuimos el consumo de líquidos, y eso es muy malo para nuestra salud. A menudo con el frío sufrimos molestias a orinar, de las que culpamos a frio y que no son ni más ni menos que consecuencia de la falta de hidratación.
La piel también sufre la deshidratación con más rigor que en el verano, hay que beber y protegerla con un jabón hidratante y crema rica en aceites y mantecas, si lleva aceite esencial con propiedades antisépticas, mejor.
Las sopas, cremas suaves y las infusiones calentitas pueden ser muy agradables con el frío y ayudarnos a tomar la cantidad de líquido necesario.
Intenta utilizar ingredientes naturales, asegúrate, no es lo mismo que ingredientes de origen natural, aunque en el etiquetaje muchas veces, los fabricantes omiten poner lo de “de origen” con lo que contribuyen al desconcierto del consumidor.
Otra cosa que debes tener en cuenta es que si un producto está certificado en ecológico, los ingredientes de la composición que son ecológicos están marcados con un asterisco (*), a menudo los consumidores, creemos que un producto certificado como ecológico, está fabricado sólo con ingredientes ecológicos y naturales, pero no es así en absoluto.
El etiquetaje, el INCI, la interpretación de las etiquetas, la diferencia entre ingredientes y principios activos, así como las diferentes formas de obtención de dichos principios activos, dan para otra entrada en este blog que será un tocho de leer, pero que si os preocupa vuestra salud y la de la tierra, apreciareis y os tomareis el tiempo para leerlo.
También os digo, en nuestra certificadora no nos advirtieron sobre esto y nuestra etiquetas no se encargaron con asteriscos, cuando en realidad nosotras, en los jabones certificados, sólo usamos ingredientes con certificado ecológico.
¿Veis con que facilidad me desvío del tema principal? Es cierto que esto ha venido al cuento de que intentemos usar productos de temporada, que nos ayudaran inadvertidamente, a mejorar nuestra salud y nuestro aspecto de cara al frío, aumentado nuestras defensas y con todas nuestras necesidades nutricionales cubiertas, sin necesidad de usar suplementos, no te olvides que son de síntesis, aunque te digan que son ingredientes naturales, a menudo se olvidan del “de origen” (!uy¡ otra vez, que pesada soy)
Os deseo que paséis un invierno en el que ni el frío ni la pandemia, ni la gripe, ni los sabañones os ataquen.
Disfrutad a tope cada día, con responsabilidad y empatía con el resto de los mortales y con nuestra querida tierra.